La propuesta para Expo Chicago se presenta como un diálogo entre dos de las voces más originales y prometedoras del panorama artístico emergente español: Victoria Maldonado (Málaga 1989) y Los Bravú (Dea Gómez, Salamanca 1989 & Diego Omil, Pontevedra 1988).

El arte de Victoria Maldonado es una excusa para dejar una huella inamovible en el mundo. Su arte es autorreferencial: invierte el proceso de creación tanto como la obra final misma. Para ella, una obra de arte sigue un proceso que compara con humor con un ciclo de vida. Una pieza nace de una idea y crece a medida que la idea se desarrolla y produce. Una vez terminada la pieza, también su ciclo de vida. De esta forma, sus esculturas biomórficas pueden entenderse como fósiles. Son los restos descartados de una idea original, dejados para resistir la prueba del tiempo solos, imperecederos pero innegablemente hermosos. En sus propias palabras, “intento en todo momento transmitir una ironía a través de la apropiación del lenguaje de la arqueología”. Para ella, el paso del tiempo tiene un gran significado para la obra, sus extrañas esculturas encapsulan una idea y la preservan para la eternidad.

De igual manera, se puede entender la obra de Los Bravú como el proceso fosilizado de plasmar mitos milenarios a través de la pintura contemporánea. Continuando con la apropiación del lenguaje de la arqueología, se puede decir que su obra de arte se aprecia en «capas»: la belleza encantadora del trabajo superficial da paso a poderosos matices simbólicos que retratan algunas de las historias y mitos religiosos más profundos del mundo occidental. Por ejemplo, retratan historias relacionadas con el narcisismo, la ansiedad, el aburrimiento, el hedonismo… todos estos motivos predominantes de la mitología griega que son relevantes para la juventud actual y su relación con los medios digitales. El minucioso proceso detrás de cada pieza es tan relevante como el significado subyacente: cada detalle, hasta una sola hoja, tiene una carga simbólica. La creación de cada pieza comienza con una idea centenaria que luego se recrea dentro de una lente contemporánea. De esta manera se puede argumentar que Victoria tiene razón y que toda obra de arte es un fósil de la idea que la crea. Estas historias antiguas se fortalecen con el tiempo, ya que cada generación agrega capas culturales como rocas sedimentarias. Los Bravú son clave para que sigan muy vivos hoy en día, vivificados físicamente, modernizados y preservados por su pintura.

Juntos cimentan la idea de que el arte es inmortal. Los Bravú capturan esta idea reformulando historias antiguas, asegurándose de que sigan siendo relevantes en el tiempo. Victoria adopta un enfoque más literal de esta idea al crear una escultura biomórfica que puede describirse como una «oda al sedimento», una manifestación física del concepto de arte atrapado en el tiempo. El trabajo de estos artistas no solo venera el arte en sí mismo, sino el proceso por el cual se crea.