¿No has escuchado nunca a esa gente que dice de sí misma que son muy modernos y están muy liberados? Hasta que mi amiga le cuenta a otros que con su segundo marido tuvo una relación abierta, que al ter- cero le encantaba vestirse de butanero y entrar en el dormitorio como si fuera muy macho (él era decorador de interiores y, evidentemente, ex- presidiario) y que a todos, incluyendo al primero y al cuarto (Paco), les encantaban sus besos negros. Contigo aprendí a imaginar las caras de esa gente cuando mi amiga termina de contarles… Un besito y pronta recuperación.

¡Ah! Y cuando consigue algo, alguien siempre intentará hablarle de la suerte que ha tenido o lo agradecida que debe estar a nosequièn por hacerle llegar a donde está. Mi amiga responde con una forzada, tensa y callada sonrisa, recordando todo el esfuerzo y sacrificio que ha hecho para llegar a donde está. ¿SUERTE? ¡Suerte de que mi amiga os siga aguantando, michu! Para vosotros no hay besitos.

Cuando digo esto de mi amiga, puede parecer que ella está enfadada con el mundo, o que es un poco antipática o poco cariñosa, pero todo lo contrario. Es de esas personas que llama a todo el mundo “goldito” o “goldita”. Cuando hablamos de estos temas, siempre dice que la vida es como un bombón (no una caja de bombones, no confundir con la célebre frase de la famosísima película), que hay que dejarlo en la boca un ratito, que se vaya derritiendo poco a poco mientras todo su sabor invade desde el paladar hasta el inicio de la garganta, hasta que llegas hasta el interior de él, que está así como más durito y entonces pegarle mordisquitos.

Pues todo eso y mucho más (hay cosas que no podemos dejar escritas por aquí por cuestiones judiciales y fiscales) es lo que he aprendido de mi amiga. Que la vida es una, que no hay más (que sepamos a ciencia cierta), así que mejor disfrutarla como nos dé la gana e ignorar todas esas voces que nos susurran o nos gritan si lo que hacemos está bien, mal o regular. ¿Que lo disfrutas? Pues todo está estupendamente. Así que a partir de ahora me pensaré más eso de portarme o pasármelo bien, muchas gracias amiga, para ti el beso más grande de todos.

Contigo aprendí por Ana Barriga y Guillermo Amaya

“Mi Ana Barriga”

Ana Barriga es el lado bueno de la vida. La luz. El color. El amor. La risa. Su obra es su punto de vista de las cosas, un lugar en el que siempre hay sitio para la buena gente. Su entorno la ha hecho fuerte. Su familia, sus maestros, sus amigos, su gente. Porque ella encuentra el tesoro en todas las islas , en todos los mares. Sus pasos son su identidad. Y la nuestra. Porque es una de las grandes. Una identidad poderosa, que late entre sus colores y contagia todo lo que toca. Su alma está en cada rincón de su pintura. De su escultura. Una explosión de energía que muestra un talento arrebatador que respeta, que celebra, que abraza la diversidad, la diferencia.

Disciplina, perseverancia, respeto, rigor y una voluntad de ser y hacer feliz, consciente y voluntaria. Porque esa es una decisión muy seria. Tan seria como el arte, que completa a los seres humanos e incluso, si se dejan, puede dar sentido a sus vidas. Ana Barriga es el mundo. Un mundo sin fronteras, un mundo más amable desde que ella lo habita.

“Contigo Aprendí” es una exposición que habla de los pecados, de los placeres, de la osadía de las opiniones, de la mala educación, de la soberbia en la mirada, de mirar a los ojos, de comerse la boca. De cerrarla si no te han preguntado a ti. De la libertad. De la libertad en profundidad. La que nace de unos ojos serenos que no juzgan a nada ni a nadie. De esas alas que alzan el vuelo sobre unas cabezas llenas de malas ideas, de ceños fruncidos, de falsas certezas. Cada cuadro es un suspiro que habita en las verdades de cada uno de nosotros. Agárrate a él. Coge impulso. Ríete de ti mismo. Y deja de dar explicaciones. No vas a convencer a nadie de lo que no quiere entender. Quizá, a través de las ven- tanas que abre Ana Barriga podamos ver más claro el horizonte. Y mu- cho más divertido.

Impresiones de una admiradora. Cayetana Guillén cuervo.